A todos nos gusta tener una sonrisa bonita. Unos dientes sanos, blancos y correctamente posicionados dan armonía al rostro y aumentan el atractivo de las personas.

En los últimos años, se ha producido un aumento significativo en la demanda de tratamientos estéticos como el blanqueamiento dental.

En algunos casos, este deseo se convierte en una preocupación desmesurada, hasta el punto extremo de convertirse en una obsesión.

Las personas con la obsesión por tener los dientes extremadamente blancos se someten a blanqueamiento tanto profesionales como por su cuenta comprando productos blanqueantes sin supervisión.

La situación puede llegar hasta el punto que estas personas acudan a distintos odontólogos y engañarlos, para conseguir el blanco imposible.

Esta agresión contínua daña el esmalte dental y la pulpa, además de generar hipersensibilidad y dolor. Puede provocar erosiones en la boca y lesiones en las encías, consecuencias graves, que en casos extremos pueden conducir a la pérdida del diente.

¿Tener los dientes blancos es natural? No. Cada persona tiene una tonalidad distinta y viene marcada por la genética. Hay factores que oscurecen los dientes (tabaco, café, mala higiene…) y el procedimiento real de blanqueamiento consiste en aclarar la tonalidad de los dientes oscurecidos.

Un blanqueamiento dental es un tratamiento seguro sempre y cuando sea realizado y supervisado por un profesional.